viernes, 15 de marzo de 2013

vida


-Se acuerda de la infancia cuando escucha a la Violeta -se ríe Isabel-. Es al revés.
-Entonces a las personas mayores que en esos tiempos tenían veinte años eso les recuerda la ocupación de una escuela, pero también una familia, unos parientes -continúa Trenca.
-Es una vida, porque fue demasiado largo el exilio -agrega la cantante-. Se puede decir fuimos privilegiados, porque ¿qué teníamos que ofrecer a esta gente que nos apoyaba y nos amaba? Música. Eso también era un privilegio: mostrarte en tu dolor, pero crear música, canciones, que era súper apreciado. Nos permitió devolver eso que recibíamos: tú me das amor y me aceptas en tu casa y me das cariño, y yo te doy música y te quiero. Y eso era en todas las ciudades y en todos los países. Creo que nunca en mi vida he estado en más casas que en ese período: casas de chilenos, de suecos, de gringos, durmiendo en el suelo, hasta en clósets dormimos.







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